2. Transporte de savia bruta por el tallo

Imágenes bajo licencia Creative Commons. Secuoyas, autor:Kwong Yee Cheng ;

1- La polaridad del agua permite que sus moléculas mantengan cierta atracción o cohesión entre sí. Esto a su vez favorece el proceso de capilaridad, es decir, la capacidad para poder subir por un tubo fino. Por supuesto, esto no significa que el agua vaya a ascender desde el suelo por sí misma, pero sí favorece que pequeñas presiones bien dirigidas permitan mantener un flujo constante de agua sin interrupción.

Es necesario, por tanto, analizar de qué forma podemos conseguir presiones adecuadas.

Para que el flujo de agua se dirija desde la raíz a la hoja sería necesario una presión en la raíz que empuje al agua hacia el interior (presión positiva), y otra en la hoja que lo hiciese hacia el exterior, es decir, que expulsase agua (presión negativa). ¿Cómo se consigue esto?:

2- Presión positiva. La aporta la ósmosis (presión osmótica). Ya hemos visto que este proceso lo utiliza la raíz para introducir el agua. A esta presión se le denomina presión radicular.

3- Presión negativa. Aunque se consideré un "desperdicio", la hoja se ve forzada a expulsar parte del agua que llega a ella, de esa forma genera una presión negativa que favorece el ascenso de la columna de agua. A este proceso se le denomina transpiración.

La ascensión también se ve favorecida por el diámetro de los tubos (inferior a 1 mm), de modo que la disolución acuosa asciende por capilaridad a través de los vasos leñosos.

Recuerda que estos vasos (xilema) están constituidos por células alargadas y muertas que forman largos tubos debido a que sus paredes de contacto están perforadas, de tal forma que la conexión queda asegurada a lo largo del eje de la planta.

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El ascenso de la savia bruta se debe a la existencia de dos mecanismos impulsores, la transpiración de las hojas y la presión radicular a los que se une el efecto de la fuerza cohesiva del agua.


Para que el proceso se realice correctamente se necesita que los tres fenómenos se produzcan. Si alguno de ellos falla, el flujo de agua se paraliza y las hojas superiores comienzan a marchitarse. Si penetra una burbuja de aire en un vaso leñoso se produce el fenómeno de la cavitación que impide el paso de la savia bruta por ese capilar. Las plantas han resuelto este hecho con las punteaduras (zonas de los vasos leñosos que permiten la intercomunicación lateral con otros vasos leñosos).

Imagen de árbol bajo licencia Creative Commons, autor: Eduardo Rodríguez;Imagen de hoja de domino público

La hoja expulsa el agua en forma de vapor de agua, por esta razón ésta no es visible ni genera un goteo en el suelo. El único efecto apreciable es un aumento de humedad ambiental.

En ocasiones, cuando la humedad es alta y la temperatura desciende, el vapor de agua no puede mantenerse como tal y se condensa en gotas de agua que aparecen impregnando las hojas, es lo que se conoce como rocío.

Efecto de rocío (izquierda) y gutación (derecha) en hoja
Imágenes bajo licencia Creative Commons y de dominio público

En otras ocasiones la absorción de agua puede ser muy rápida y la transpiración mínima, en estos casos la planta se ve "forzada" a expulsar el agua en forma líquida, proceso conocido como gutación (por ejemplo, porque la humedad ambiental sea muy alta y a la hoja le cueste trabajo pasar de líquido a gas.

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La demanda de agua para los árboles es grande. Por ejemplo un árbol de 45 metros de altura puede llegar a consumir hasta 600 litros al día. En comparación, para el hombre son suficientes tan sólo 1.2 litros de agua al día.

No obstante, la velocidad de transporte es pequeña debida a la fricción producida por el agua al interaccionar con las paredes de los conductos. Una molécula de agua absorbida por las raíces de una Secuoya de cien metros de altura tarda aproximadamente 24 días en llegar hasta la cima.

La secuoya es el ser vivo más grande del mundo en términos de volumen. Sus edades rondan los mil y dos mil años, de modo que algunas de esas secuoyas es probable que ya vivieran antes del nacimiento de Jesucristo. La Secuoya más alta del mundo tiene una edad de 2000 años y 112.7 m de altura.